viernes, 21 de enero de 2011

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A veces crees que puedes escapar. Sí.
Y en esa habitación cerrada del décimo piso cierras los ojos como los niños pequeños, a ver si el problema desaparece con suerte. Y esperas. Esperas un poco más. Lo suficiente para que se vaya. Lo suficiente para saber que si los cierras, todo es mentira. 

1. Bazofias.

2. Falacias.

3 minutos.

Como una cría entrecierras el izquierdo, un poco, lo justo para no ser vista. Y sigue ahí, sigue aquél bicho enorme esperando de pie, delante de ti, paciente para que le dediques la mejor de tus palabras. Sonriente y plantado. Abarcando toda la habitación como si fuesen 900 kilos de grasa. Ardiente, maleable, húmeda. 
Hola, estoy aquí. Le falta saludarte con la mano y fumarse un cigarro delante de tu cara. Para recordarte con el humo que sigue esperando a que te ahorques. Que a cada gimoteo te des cuenta de quién manda, de empaparte con su mierda. No sabes qué hacer, aprietas los dientes y te duele por ahí dentro, como si te pincharan y despegaran vena a vena de tu estómago. 
Maldita sea, ese es el momento en el que uno decide que no quiere abrir los ojos jamás.

Otras veces la mejor solución es hacer de princesa durmiente pero con vestido roto. Hacer de belleza acurrucada y con ojeras, pero igual de encerrada en ese lugar. Esperando a que te salven de las garras del monstruo. No. Abrir. Los. Ojos. Jamás. Soñar que no paras de soñar para que pase el tiempo. Tanto que si amas en un sueño lo sientas de verdad. Tanto que si te disparan, te salve de verdad. Tanto tanto, que sepas que cuando despiertes llorarás añoranza.

Lo único que supera la añoranza es la estratagema. Dilatar las pupilas, abrir los ojos, respondiendo a la motivación de salir de ahí. Tener fuerza por un segundo de abrir la única puerta que hay, porque sólo estás tú ahí metida. 
Medir sigilosamente las caladas dadas, los segundos en su respiración, sus movimientos, la vibración del suelo, para que cuando despiertes… ¡Voilà! Eches a correr por la única puerta que hay. Para dejar todo atrás. La coartada perfecta para salir corriendo y llegar a la puerta. Para huir de Vacío.

Desear que te espere ahí, al abrir la puerta, el pianista que siempre soñaste. Ser cobarde, débil, pensar tirar del pomo y zambullirte en la boca que parece que te ansía. Desatarte en sus ojos. Llorar de emoción. Abrazar por todos los sitios posibles su ombligo. Calentarte bajo su brazo. Acusar al pecado desde sus manos creadoras. Protección. Y ganar al fin a todos. Y proclamarte desde su pelo la mejor princesa del mundo.
Alejarte de ti un poco más. De tu peor enemigo.


Pero no. 
No es fácil.



 Hace frío. Desencanto te espera en la siguiente habitación. Sólo hay ventanas y todas están abiertas de par en par. Toditas para tí. Y ahí no añorarás los sueños, sino a Vacío.



Sentirás como se te va la vida, aunque no sepas por dónde. 



 I'm looking over my shoulder
'cos millions Will whisper
I'm killing myself again
maybe I'm dying faster but nothing ever last I
Remember a night from my past when I was
Stabbed in the back and its all coming
Back and I feel that pain again

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