viernes, 20 de agosto de 2010

Porque puedo.

No hay luna. Las tantas de la mañana y camino por el corazón desierto de la ciudad. Algún que otro coche deja sus huellas en el asfalto empapado, pero apenas me alumbran. Las farolas hacen de sol, tiñendo de anaranjado toda esa odisea nocturna. No se oye nada, no palpita nada, todo está muerto. No hay nada más. Ni manera de volver a casa y...

No quiero que nadie me venga a buscar. Ya nunca. Llegaré yo sola, porque puedo. Me esfuerzo por no mirar al suelo, buen cobarde. Y le dedico al vacío una sonrisa de superioridad bajo la capucha. Después una carcajada. Así se combate mejor. Vista al frente hacia un objetivo, el que sea. La mentira más grande puede hacer de excusa para seguir andando cansado.
Por primera vez no necesito ni imaginación ni música para marcar los pasos, se siguen solos, encontrando el ritmo en oír llover. Huele a mojado. Se me hace la boca agua. Lo conseguí, al fin no soy yo quien le llora al cielo. Hasta la mismísima deidad parece consolarse en mí calándome hasta los huesos. Déjandome saborear sus lágrimas, bañándome en ellas, humillándose.



¿Jode, eh? Cómo jode, Dios, encontrarte con alguien aquí abajo que es más fuerte que tú.
Ahora laméntate. Que yo seguiré riendo.

jueves, 19 de agosto de 2010

Putas.

—¿Sabías que el mar aquí es muy importante? Dónde mas...
—No hay mar aquí.
—Por eso, es donde más se piensa en él. Las cosas no son importantes porque existen, son importantes porque se piensa en ellas. Mi madre lo dice siempre, que existimos porque alguien piensa en nosotros y no al revés. Dice que lo dijo no se quien, pero yo creo que se lo inventa ella. Se lo inventa todo segun le convenga. Yo en realidad, no creo mucho en Dios, ni soy muy muy religiosa ni nada; mi madre sí lo es, yo no. Lo único, si he pensado... y creo que... bueno, que lo peor no seria que no hubiera nada después de la muerte, lo pero sería que hubiera otra vida. Y que fuera como ésta.


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Hay un día, ya verás, un día que es la ostia. Ese día todo es bueno: ves a la gente que quieres ver, comes la comida que más te gusta, y todo lo que te pasa ese día es lo que tú quieres que te pase. Si pones la radio, la música que sale es tu canción favorita, si vas a la tele es día, por ejemplo a un concurso, lo ganas todo.. fíjate lo que te digo... todo. Pasa sólo una vez en la vida, por eso tienes que estar muy atenta, no sea que se te pase. Es como un desvío, como cuando vas por la carretera y hay un desvío pero vas hablando por el móvil o discutiendo, o pensando en otra cosa y no te das cuenta, y se te pasa. Y te jodiste porque ya no puedes volver atrás. Pues ese día es lo mismo. Un desvío y es un muy importante porque puedes elegir como va a seguir todo, si por ese camino que es nuevo o no, por eso tenemos que estar muy atentas, porque hay muy pocas cosas buenas y si encima se te pasan porque estás hablando por el móvil o pensando en otra cosa, sería una mierda, una mierda completa.

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Es rara, ¿No?. La nostalgia... porque tener nostalgia en sí no es malo, eso significa que te han pasado cosas buenas y las hechas de menos. Yo por ejemplo no tengo nostalgia de nada, porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos. Eso sí que es una putada... ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te a pasado? Porque a mí a veces me pasa... me pasa que me imagino como van a ser las cosas y luego me da pena cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que quizás no pasan nunca, y entonces me entra nostalgia, y me pongo super triste.
Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza de cuando alquilas una casa pero con tristeza, que la pones por delante porque total, sabes que la vas a acabar utilizando igual...





Hoy tributo a una de las mejores, o me atrevería a decir que la mejor si no es muy precipitado, películas españolas. Princesas.

martes, 17 de agosto de 2010

Buena chica, buena chica..

Ternura alcanzable a todas horas. Belleza inmune a un puñetazos. Putas o zorras si somos listas, locas o despreocupadas. Somos mujeres, somos personas.

Todavía no he conocido a ninguna mujer que no se queje de su físico, que crea realmente que tiene un culo bonito o las piernas preciosas.Todavía no he visto a ninguna mujer quererse de verdad, aceptarse tal y como es, y no querer ser lo bonita que la dicen ser. Todavía no he visto a ninguna mujer darse cuenta de lo que es. Nos mata la estima el contínuo bombardeo de mensajes estéticos, los balazos de la televisión o los anuncios, y la contínua crítica a la que te expones al pisar la calle. Una media de 45.000 mensajes diarios hace mucho dentro del coco ¿No creéis?. Es un sistema enredado para hacernos creer, desde chicas, que somos sus pequeñas putas. Y más tarde nos esforzaremos el triple para agradar a nuestro chulo. Tened claro que el mismo daño hacéis aquellos/as que miráis, no con vuestros ojos, sino con los ojos de la dictadura estética. Después no reclaméis igualdad, el machismo sigue estando ahí debajo.

Las mujeres, desde que nacemos, parece que caminamos por los parámetros de Platón pisando fuerte. Parece que en el presente toda nuestra materia y cuerpo es una cagada, e intentaremos modelarlo con uñas y dientes, llevándolo hacia ese... concepto eidético que la sociedad nos crea. De nuevo algo ideal. Y cuánto más se acerque una a ese pensamiento abstracto, más va a querer cambiar. Llegando a ver, a mujeres realmente preciosas, llorar por no tener la nariz adecuada, o no tener la piel del color que querría, o... ¿De verdad lo queréis así? ¿De verdad sois tan insignificantes?

Todo en esto que llaman vida se deteriora, excepto nuestro interior, y si no nos percatamos de que ello es lo importante, no te servirá de nada llamarte mujer o llamarte hombre.
Y sí, hoy va por nosotras, y también por esos hombres que a pesar de serlo, se ven tan mujeres como tú y como yo.

Vamos a aprender a querernos un poco más.


''El trauma se renueva todos los años por estas fechas, a causa de la distancia insalvable entre la belleza neumática de las modelos y la tibia y precaria carnecilla de nuestros pobres cuerpos. Ahí están, recién llegadas de la- Semana Santa, miles de mujeres que hoy se odian un poco más que ayer: porque en la ajustada ropa primaveral se sintieron desparramadas y blandas como focas. Es muy difícil, y a veces hasta heroico, llegar a quererte y a aceptarte a ti mismo en lo fundamental, en tus limitaciones y tus logros; y a este ímprobo esfuerzo las mujeres hemos de añadir un combate imposible contra el fantasma del físico perfecto. El ingente negocio de la estética invierte muchísimos millones en promocionarse, de modo que no es de extrañar que cada año aumente la obsesión tirana por el cuerpo. Y así, incluso las revistas del corazón, tan sensibles ellas a los tópicos sociales, contribuyen últimamente al comecocos, y en los pies de fotos no hacen más que decir que si Fulana se mantiene guapísima o que si Mengana está hecha una ceporra. El machaque ambiental es tan feroz que todas tenemos las neuronas cocidas y la celulitis nos produce mucho más espanto que las vacas locas.

Y, sin embargo, la realidad es otra. Lo real es que la carne es blanda y declinante, y que ni la salud ni el atractivo físico tienen nada que ver con una anatomía despampanante: o sea, que puedes enloquecer al ser amado aun teniendo las mejillas arrugadas y las nalgas flojas. Dicen que Play Boy quiere sacar desnuda y en portada a Ursula Andress, que ha cumplido ya 60 años. Está bien que el recalcitrante Play Boy reconozca por lo menos que existen las mujeres mayores; pero lo revolucionario sería retratar no ya el cuerpo de la Andress, recosido para mimetizar la juventud, sino un cuerpo verdaderamente sesentón bien vivido, arrugado, sano y viejo. ''

Rosa Montero.




[Podría extenderme una barbaridad, pero no me gustaría convertir este blog en una sucesión de artículos sociales, pensad por vosotros mismos qué tipo de truño os plantan en la cabeza. Yo no soy quién para abriros los ojos, a los ciegos les odio tanto como al problema en sí. Buena suerte.]

lunes, 16 de agosto de 2010

Guerra.

¿La verdad? No es que no queramos entenderos, esque no os entendemos. Cuchicheáis los rumores inciertos haciendo creer que son ciertos. Os vengáis en silencio, sin vergüenza ninguna.
No nos gusta la ciudad. Nos maltratáis, nos margináis, nos insultáis, nos violáis; Nos fusiláis a diario.
Pretendéis inculcarnos vuestras sucias vidas diciéndonos que queréis una sociedad mejor, más feliz, más humana. Ahora nos toca a nosotros: Queremos que sepáis que tenéis la humanidad en el culo.

La catalepsia. El llanto. La salida.
. Yo. Las piedras. El agua. Las mantas. Cobijo...

Tenemos las manos mojadas por haber estado pintando con pinceles de flujos excitados y onomatopeyas de gritos sin mandatos ni dictaduras. No vamos a ir corriendo a por un paño para parecer más limpios y maduros: No queremos parar de pintar. De crear. De fabricar sueños.

Hace no mucho que la verjas se enteraron de que no tienen nada que hacer frente la batalla de soñadores, enamorados y su rabia. Explotaron, salpicaron por todos vuestros cuerpecitos malolientes y consentidos. Luego fuimos nosotros los que saltamos en la risa de vuestra soledad, esa mártir y estúpida metomentodo que no hace nada más que tocarnos las narices.
Luego con nuestros martillos, al ritmo desacompasado de nuestro latir, rompimos los cristales que nos hacen más prisioneros. Aunque entre la luz, aunque no los veamos. Si queríamos saltar, nos chocábamos.
Y lo siento, pero nosotros necesitamos respirar para vivir.

Nosotros, una vez más, somos y seremos los que luchamos, y al mismo tiempo, sabemos querernos. Ya no os vale de nada existir. Preferimos estar heridos a estar aburridos.




Aquél que no conoce la guerra, sólo conocerá un amor amputado.

domingo, 15 de agosto de 2010

Piedad.

Somos la consecuencida de esta sociedad insaciable, los nutridos de su odio hasta vomitar. Somos la excepción, que como espadas, cortarán las raices que alimentar a toda esta parafernalia que llamáis mundo.
Arrebataremos los hijos de sus padres, las manos de los cuales, arrugadas de tanto trabajo realizado para dar de comer a esta infamia no tendrán la suficiente fuerza para sujetar a sus bastardos descendientes. Esa burda herramienta más que no les pertenece aunque lo parezca, esos que solo obedecen a los dictámenes del dinero y el vicio.
La piedad será una estatua. Arrojaremos a vuestros pequeños herederos de errores a las brasas, se consumirán, y sus cenizas serán propagadas por el aire anunciando la nueva era. La consumación de todo lo establecido de antemano.
Callaremos los llantos de sus madres inundándolos en su propia sangre, y a sus maridos los someteremos a tales torturas que se verán recogiendo sus intestinos por el suelo mientras aún siguen con vida. Para después arrebatar su último aliento y ver el final en sus ojos.
Caminaremos por este mundo con paso pesado, que removerá hasta las tumbas de vuestros antepasados. Eliminaremos todo vestigio que recuerde el lamentable y desastroso estado del ser humano en este planeta. Usurparemos cualquier posibilidad de futuro para vosotros... Para que os déis cuenta de que lo más importante, no os lo aseguran.

Y cuando todo haya acabado al fin, el silencio recupere el sitio que le corresponde y la oscuridad esconda en las sombras vuestros cuerpos sin vida.... Nosotros, con las manos ensangrentadas y una macabra mueca de satisfacción nos sentaremos en vuestros tronos a esperar nuestra hora. Moriremos como salvadores, como profetas, como Dioses. ¿O es que acaso no lo somos?

sábado, 14 de agosto de 2010

Crónica de una tetera.

De verdad. Mira a las teteras. Qué nombre para una cosa, ¿Verdad? Te-te-ra. Siempre me ha hecho reír, no importaba ni dónde ni cuándo. La tetera es... ese tipo de cosa que aparece en tu vida así sin más. Cobra protagonismo un tiempo y luego fuera. Aparece por la cara, como digo yo. La has tenido hasta antes de nacer, era de la abuela, te la regalaron en una fiesta, en la comunión, en una boda, el banco, por navidades... Hechas para convites. Para quedar bien. Muy muy pocos han salido a comprar una tetera por iniciativa propia. Y luego, te la encuentras ahí, en... el armario, la estantería, la vitrina, la cocina... dónde quiera que esté. Tan sola. No... Las teteras no tienen un sitio fijo ¿Sabes? O al menos, no lo han encontrado aún. Por eso pululan por ahí en cada casa, como si estuvieran buscándolo siempre sin que nos demos cuenta. No son como un tenedor, una cama, un brick de leche o un libro.

Antes de que se rompiera, yo tenía una en una vitrina, y a veces.. no sé, me miraba. Parecía que me suplicaba que la sacara de ahí, pero a saber dónde o para qué. Creo que las teteras no hablan por eso mismo, porque tampoco tienen sueños que seguir ya. Aunque seguro que algún día los tuvieron, como el congelador chiquitito que quiere despegarse del frigorífico, o el cojín que suspira del gusto cuando hace función de almohada... La tetera se resigna, sabe que está ahí para lo que está. Pulular sin pulular. ¿Sabeis porque no se mueven por sí solas? Porque son de cerámica y eso, son fuertes y duras, les cuesta dar un paso... no sé, hacia sus debilidades. Creo que en un pasado eran blanditas, o de plástico. Incluso podrían ser hinchables. Por eso creo que mantienen sus curvas suaaaves y laaargas en el fondo. Para recordar eso, aunque ahora sean frías y pétreas. Pero luego, zas, es la primera que se hace cachitos. Un golpe de mierda y ya está mamá llamando para que lleve un recogedor.

Creo que las teteras a pesar de todo odian. Odian su trabajo, servir a la gente. Servirles lo que les dé la gana, normalmente café, para mantenerte despierto. Pero piénsalo ¿Y si la llenan de zumo de manzana? No puede decir que no. Pobres teteras, cómo aguantan. Encima de todo no hay teteros, son las raras del mantel. Cuchara y cucharón, cuchillo y cuchilla, el plato y la plata... Y las teteras ahí, en el centro. Presidiendo algo que les suda el culo presidir. Siendo el cacharro ese feo que sólo queda bien si lleva pintado lo mismo que todos los demás.

La gente de ahora quiere cosas mejores. Por ejemplo una botella te la compras llena ya, de lo que quieras ¡Hasta de té! y se puede reciclar o volver a llenar de agua. Se puede volver a utilizar, no se queda ahí triste, como la tetera. Encima la botella te la llevas donde quieras. Y uno sale, expresamente a comprar la botella, para la fiesta, para el cumple. La quieres tú. Hoy en día la gente no quiere teteras.
Alomejor todas las teteras del mundo se dedican a esperar, esperar a que venga alguien decidido, las saque de allí dónde estén, coja un martillo y las rompa. Y tengan la fortuna de hacerse cachitos porque alguien ha querido eso de verdad. Y no las importe, y después sonrían desde la basura. Aunque después las llamen putas.



Asique aquí está Sandra. Para servirles.

viernes, 13 de agosto de 2010

Miedo.

Vale, tengo miedo. ¿Y qué? Lo acepto. Me ahoga ese miedo y me pone los pelos de punta cada mañana. Tengo miedo a ser uno más de ellos. ¿O de vosotros? sabrás. Miedo a no sentirlo alguna vez. Tengo miedo a vuestra demente rutina, y su velocidad. También a esta sinceridad, miedo al sonido de este lápiz marcando el papel. Tengo miedo al futuro, mucho miedo, pero odio el pasado y me asquea vuestro presente. Tengo miedo a vuestro ejército de mentiras que se alinean dispuestas a atacarme de nuevo. Seré valiente.
 Tengo miedo a quedarme ciega del todo, y no poder ver tan siquiera mis manos, a no sentir jamás el calor de esa mirada, ni de esos labios. Te tengo miedo.
Tengo miedo a lo efímero, a llegar a ser feliz con vuestra mierda de felicidad. Tengo miedo al olvido, pero también al recuerdo.
Me atrevería a decir, si es que me atrevo a algo, que soy Miedo.
Sí, es así. Tengo miedo, pero no he caído todavía. Espero verte ahí, tu mirada, tus labios, tus ojos, tus sueños, todo tú. Cuando esté dispuesta a vencerlo.

jueves, 12 de agosto de 2010

Esc

Sonreía alegre a su lado, para disimular todo el miedo que le temblaba por dentro. Ella tenía miedo de estallar ahí mismo, y parece que ese era el momento para la hecatombre. Que todo iba a volar por los aires. La cuenta atrás y... Pegó un brinco desde la arena. Miró al cielo y después le miró a él, que seguía ahí sentado, sin decir nada.

- De verdad, hazlo. Haz el loco conmigo, y pierde esa vergüenza. Vuéeeeeelvete loco de atar. - Suplicó y se hizo el silencio por un momento,  ella ya no podía retroceder. Su miedo ahora eran nervios y ella una bomba de relojería - Muérete de ganas de vivir. Escápate. Baila, ríe, salta al abismo. Invitame a volar contigo para verlo todo desde ahí arriba. Ver al mundo tan pequeño y a nuestros pies. ¡Y pensar no aterrizar nunca!

Seguía sin haber respuesta, en un segundo, pareció solo oirse el crujir de los esquemas del callado. Se podía oler como ardían dentro de él. Ese era el momento de ganar, penso para sí la chica. Y se acercó, y le cogió la mano como si fuese a encadenarle en un compromiso. Pero era al revés, era para despegar.

- Desea errar. - Susurraba cerca de su cara, las olas apenas dejaban oírla. - Y después, méteme a hurtadillas en tu casa cada noche. Sonríe. Y pídeme dormir contigo desnuda, aún con riesgo de que puedan entrar y verme. Después tápame la boca para no respirar más alto de lo debido, para no decir verdades. Y mírame a los ojos. Y miénteme, y dime que me quieres en ese preciso momento... y...

Olía a quemado. Algo había negro ahí dentro de él, carbonizado. Se sentó, fracasada y volvió a jugar con sus cordones. Sabía que estaba destrozando el momento, o alomejor arreglándolo del todo.

Tardó ese tiempo en saber que debería callar.







...


...



Pero le dió igual:

- ... Y será como el sueño que soñé y no quise contarte. - Bajó la cabeza, y respiró la sal. Y no miró a nada, porque no había nada más.




miércoles, 11 de agosto de 2010

Súcubo.

Verte dormir. Y rasgar de improviso tu piel y colarme por la rendija más escondida. Desaparecer dentro de tí, sucio endemoniado. Morder tu cintura ambigua, que me invita a planear, y por otra parte me transforma en una triste muestra del pánico.
Superar las trabas de los enredos de vestuario, finalizar la tarea imprescindible de recuperar tu estado original. Quiero convertirte en una persona vacía y desnuda, sólo llena de tí. Humano, con imperfecciones evidentes, que unos ojos ahogados en deseo como los míos no consiguen apreciar.
Es mi trabajo surcar tu desnudez con toda mi palabra en carne viva. Empalar tu corazón en vertical. Y acomodar mis caricias en ese mundo tan paralelo, tan simétrico, cuesta ascendente coronada y glorificada por un dulce rosado.
Asumir la elegancia mortal de tu cuello, postrar mis labios, rebasar los límites de la suavidad y crujir sutilmente la barrera de tu piel. Sellar mi boca en tu cuello terso. Definir mi aspiración.
Víctima. Admíteme en el abrigo de tu cueva cuando me sienta sin rumbo. Cuando me hayas empujado, asustada, por tus fronteras más lisas. Cuando tenga que hablarte más adentro.
Sí, mírame. Me encanta mi trabajo. El fuego en mis ojos, labios oscuros llamando a eso que hay dentro de tí. Hacer por un momento que te sientas presa, que no puedas escapar de mi poesía, de mi ritual. Susurrarte tan dentro que tu réplica no se estructure. Quiero un grito estridente, quiero un grito fuerte y prolongado. Que suene como el cristal. Tus manos fuertes, agarradas y pendientes. Que tus ojos no miren, que no veas. Y que sientas en tu espalda el frío de la mesa, y en tu vientre el calor de mi cuerpo.
Ausencia de orden. Cubrir las últimas vacantes, rellenar tus vacíos con ideas, colarme suavemente entre el mundo de ahí abajo, y la habitación plena de garabatos con mis intenciones y mis actos. Salvar el obstáculo de la simpatía por la verguenza y el ridículo, que sufras. Y después pasar, entregarte los delirios en viento libre. Resbalar en tí. Odiar el estancamiento.
Admirar la repetición, la cadencia de tu cintura. Y que vuelvas al miedo, a la cercanía de mi boca. A mis dientes mordiéndose los labios, reprimiendo un agónico suspiro. Mi monólogo de fantasía.

Derramarme, abrir los caminos. Caer en el rellano que me dejas cerca de tí, antes de esfumarme. Por un momento te he querido más de lo que crees ahí tirado. Mirando al techo, sin ganas de nada. No tienes alma, porque me la he cobrado.
 Vacío. Carcasa inmóvil. Tras dos minutos mirándote, disfrutando de la agonía y la asfixia, me levanto. Me siento observada, y destruyéndote, me marcho fría como la piedra. Y te dejo sólo. Con el bar tan vacío como tus manos, absurdamente abiertas. ¿Acaso esperas algo más?





martes, 10 de agosto de 2010

Corazón besa barra. Barra besa corazón.



En el mundo habitan millones de personas, y cada persona es un mundo. El problema lo tuve cuando mi mundo se redujo a una sola persona.

Dejé a un lado las manos vacías que buscan placer, las violaciones, los polvos-basura que tanto consumía. Dejé a un lado el día duro para dar paso a la nocturnidad.
La noche, como siempre, pretendí agotarla entre las miradas de aquel bar. De nuevo la gata estaba apoyada en la barra reluciente y negra, pero esa vez no esperaba las caricias de cualquiera, y menos la conocida recompensa que llevarse a la boca. Pedí un whiskey solo, con hielo, y dejé descansar el corazón al lado.
El ambiente cargado, hacía del sitio algo desordenado. El humo consumía lentamente las siluetas que serpenteaban, y las luces rojas quitaban protagonismo a mi vestido. El latir de mi pequeño amigo acompasaba los movimientos rápidos de mi dedo, revolviendo una y otra vez el borde de la cuarta copa. Casi ebria o casi sobria, confundía las botellas del mostrador de enfrente. Confundía a la gente, y a los acordes, pero no le confundí a Él.

A escasos cuatro metros de mí bebía Bourbon en la barra. El móvil a un lado, el tabaco al otro. A la espera de algo, como siempre. Aunque esa vez estaba más reposado en la barra que nunca. Y la indiferencia se alejaba de Él a cada minuto. Empuñaba el aire a la altura de su barbilla. Reposaba los codos y sostenía la cabeza como si le fuese a estallar de un momento a otro.
Es lo que tiene un día malo, que hace que olvides la serenidad en las sábanas.

Quizás fuese mi momento. El bloque de hielo hundido quizás fuese algo más que receptivo a una petición. Y yo, con el mundo a su lado, esperaba algo grande. Fijé la mirada en Él, como un animal a la defensiva y no al acecho. Y después giré la cabeza hacia su dirección. Sabía por adelantado, que a mis espaldas, cinco hombres habían perdido las esperanzas con ese mismo movimiento.

Él seguía sin mirar. Otro trago más para terminar con eso que le atormentaba. A las once y veinte pasadas bajé del cielo para posarme en frente de mi salvador. Cuatro metros en siete pasos decididos. Yo, distante aún, anhelaba recibir algo que nunca me dieron. Quizás esa noche le hiciese falta más que el poco tabaco que le quedaba, y yo estaría más que encantada en dárselo.

- La barra del bar no aguanta todo, créeme. - Me metí de lleno en su burbuja a la vez que pretendía mantener la educación. Aludiendo a su estado, tan excepcional como Él.


Silencioso, por primera vez me dedicó una mirada, después de descubrirse la cara, antes prisionera de sus manos. La escena se tornó azul y serena. Después Él, con el ceño fruncido, desperdició su tiempo en mirarme de arriba abajo. Volvió a la posición inicial, pero sin manos que cubriesen la boca. Amago. Iba a decirme algo grande.

- No tengo tabaco. Hoy no.

...Fué capaz de decirme con cinco palabras que desear que me quisiera era pedir de masiado esa noche, si ya me negó hasta el cigarro.
Era sutil e ingenioso, aunque tuviese la vida partida. Nunca subestimes a un Dios.

Yo, que pretendía ser ángel y acabé siendo gusano que acepta que todo es más grande que él ahí fuera. Y me dí la vuelta, caída, y me bajó al infierno el hecho de recuperar seis miradas de las cinco que perdí antes en mi espalda. Retrocedí los cuatro metros y más. Sin despedida. Sin Él. Sin el cigarro que ahora me hacía tanta falta y tan poco me importó. Me dí cuenta de que esa noche iba a estar más sola que nunca, aunque acabase acompañada.


Olía a tormenta. Jaque mate a la reina de rojo.

lunes, 9 de agosto de 2010

Morfeo.

¿Cuánto tengo? ¿Cuánto me falta? ¿Cuánto tengo que esperar... cuántas horas más? ¿Cuánto puedo? ¿Qué más he de aguantar? ¿Podré con ello? ¿Y si no puedo?¿Me podré engañar hasta el último instante?... ¿Servirá de algo? Preguntas absurdas, ya que, visto lo visto, de saber la respuestá no habría cambiado que me equivocara. Eludir sus evidenvias no me dejan ver ni más ni mejor cielo, ni siquiera duele menos la vida.






A veces echo de menos esos tiempos de Insomnio, donde solo saboreaba una hora de negro cansancio en varios días. Dónde por poco que viviera, era mucho para mí. Me levantaba con las mismas ganas de soñar despierta cada día, aunque no sintiera igual sino menos. Pero no malgastaba el tiempo, ni las palabras. Al menos no tanto como ahora. Sufría sí, pero también amaba, y respiraba, y sentía, la mitad, pero el doble de cosas. El cansancio, mi más fiel enemigo en aquel entonces, hacía de las suyas. Me derrotaba en esquinas o en camas, por pocas horas. Dónde mi mundo se vaciaba, no había NADA en mi cabeza. No había nada que perder, porque elegí la vida.


¿Sabéis? Creo que es eso, que me hace falta una droga dura para ponerme en pie, para poder sentir algo por algo y hacer todo lo que puede dar de sí una persona. Para darlo TODO. Es así, necesito ver efectos placenteros para poder mover un dedo. Necesito ver afecto, necesito ver consecuencias. Necesito sentirme alguien de un segundo a otro. Mi cuerpo ya no vive de ilusiones, señores.

Pues ahí va, creo que soy adicta a Morfeo, a una dulce creación de mi cabeza, y lo admito. Es algo así como ser autosuficiente pero sin serlo. Sueño me acaba de echar las cadenas al cuello. Las esposas a las muñecas. Aún durmiendo poco me da lo que quiero. Lo tengo al alcance de la mano, cuando quiera, dónde quiera, e impredecible, como a mí me gusta. La pareja perfecta. Me hace ver lo bonito en lo asqueroso de todo. Pero como dicen toda droga es una esclavitud, y las esclavitudes tienen sus contras. Vuelvo a la realidad sin tiempo, las legañas y los malos pelos ya no me asustan. Me levanto y todo es un poco más asqueroso cada día. Es igual que cuando tenía a Insomnio a mi lado, me acostaba por necesidad. El día terminaba y eso daba mucho asco.
Quizás es pena, no lo sé. O costumbre. Pero hay algo que me despierta cada día. Asustada. No pienso ya lo que pierdo de mi vida a diario. Y el mundo me escuece. Esa es la consecuencia. Y al igual que lo maldigo, lo bendigo, pues ninguna pesadilla mía supera el hecho de despertarme de ella. Palpar todo tipo de realidades y ambiciones que quieres, pero después despertar y ver que no sigue habiendo nada, y mucho menos nadie con quién contar. Vuelve a no existir nada aquí afuera.

Cuando me despierto de nuevo lo asqueroso es lo más bonito, y hoy tengo demasiados motivos para cagarme en ello. En la rutina que da asco, en las etiquetas, en los motes, en los horarios, en las prisas, en la televisión, en los zombies, en los dormidos despiertos, en la mala vida, la vida mala. La realidad son tus mentiras, los límites, los refuerzos y la suciedad. Mi mal humor. Mis maneras de decir que no soñar da asco de nuevo.

Creí que podía pasar inadvertida evitando sentir, y aquí me tenéis, sintiendo todo esto más que nunca. También creí que me abandonaba la vida al fin, pero ¿Acaso no soy yo la que se aleja de ella?.


 Alomejor el alma se me está pudriendo entre tanta imaginación. No encuentro ya distinción con el infierno. Ningún sentido ahora me parece lo suficiente, siendo la realidad mi mal despertar.

Sé que no es fácil salir, pero es la única manera de no estar dentro.

domingo, 8 de agosto de 2010

Rojo.


 La luna ardía de odio esa noche. No tenía boca para susurrármelo, tampoco mirada que lo acrecentara. Pero yo lo sabía. Sin ruido, ella me aullaba por la carretera, a 120 km/h mientras yo huía del infierno, fiera, indestructible, sin sentido. A ras del horizonte, como si quisiera escapar de la tormenta que ella misma estaba causando sobre Madrid. Cualquier persona habría llamado por el móvil suplicando un coche a la llegada, cerrar las cortinas y dejar de ver, dormirse y olvidar... pero yo fuí quien quiso verlo. Y con música y calma, a través de la ventana del bus ví como ella agonizaba ahí detrás. Roja y brillante como un grito recién salido de la garganta ella salía desesperada de los matorrales. Como la herida que desgarra. Estoy segura de que en la noche, hasta el agua se habría vuelto sangre.

Ansiaba que no terminara mi último viaje, y creedme que jamás creí que pudiese pensar eso. Era hermosa. Un buen momento en el que regocijarse en el fin de tus días. Una manera perfecta de despedirse.




sábado, 7 de agosto de 2010

A la mierda la esperanza.

Es así. Esto es como estar siempre mirando la misma piedra y ver que nada la cambia. Pero a pesar de saberlo, sigo mirándola; pensando que algún día cambiará.

Ahora que ya estoy jodida, más jodida aún, empiezo a pensar nuevamente en esas pocas cosas que valen la pena, esas cosas que a veces no se cuentan ni con los dedos de una mano porque no las hay. ¿Pero sabes que tengo? Tengo la duda. Y la duda me retiene frente a la piedra mientras pienso que todavía puede cambiar algo. Porque a veces la vida llega a un punto en el que no hay nada más, nada más que esperar lo que siempre se ha esperado. Que me salven.
Y me quedo ahí, atascada, entre la duda de absolutamente todo. Pensando que cambiará sabiendo que no cambia, jodiéndome más aún a cada minuto que pasa. Esque joder, es el clavo ardiendo para salvarme la vida.
Así siempre, acumulando mierda encima de mierda. Intentando tapar algo que, desde un principio sé que es imposible tapar.


La puta esperanza. Ese calmante, adiafórico aniquilador de la capacidad de entendimiento. Ilusiones. Esa mierda que impide que reaccionemos a tiempo, condenándonos ahora.







¿Sabeis? A la mierda la esperanza.



viernes, 6 de agosto de 2010

Respira. Estás vivo.

http://www.youtube.com/watch?v=ac_GnenJ60Q&feature=related



No no, escucha, es muy sencillo. Observa lo rápido que ha pasado este minuto desde que me he parado a decirte que cierres boca con un dedo en la mía. Pues tan rápido como pasa este minuto, pasa todo lo que justamente nos hace felices a cada uno de nosotros.

Creo que ya está bien. No te creas un 'ya es tarde', porque no lo es. Siempre es el momento perfecto para practicar la espontaneidad, el momento perfecto para extirpar sonrisas.
Deja de mirarte al espejo y pensar qué es lo que mejor te queda. Deja de pulsar botones frente a la televisión, o chatear en busca de la verdadera amistad. Deja de envidiar a quien envidia a quien envidia a ... Y sobre todo deja de creerte sus mentiras. Eso no te va a ayudar a que la vida te sea más vida.

Deja que termines agotado porque estuviste dando volteretas por el suelo de la risa, camuflando todo aquello que no te gusta. Toma decisio... no, no las tomes, hazlo. Fúgate lo más lejos de aquí y respira, después piensa lo qué has hecho, y porqué si lo meditaras no lo habrías hecho. Nos educan para no pensar demasiado, pero sí bastante cuando se trata de atreverse a saltar. Empápate de la alegría de vivir. Deja que tengas 51 años y aún sigas rallando nombres en los bancos del parque. Deja que no se te olvide que sigues siendo un niño. Que no se te olvide vivir.

Y la gente pasa toda su vida desaprovechando lo aprovechable a pesar de todo, a pesar de que cada día se lamentan de lo adultos que son, y acusan a quien no lo es. Hasta que llega el día menos esperado y como un sin razón, te pasas prácticamente todo el tiempo que te queda llorando y apenándote por haber sido tan estúpido de no vivir como querías haberlo hecho.



Asique, o dejas que me marche contigo lejos, o mañana cuando pueda que llegue ese día del que te estoy hablando, estaré más muerta de lo que ya lo estoy.

jueves, 5 de agosto de 2010

Demasiado humano


El triste hedor del fracaso se cierne sobre mí, y lo peor es que lo degusto. Como si fuese lo único que me queda, y me fuese a esfumar mañana de la faz de la tierra. Es lo que tiene no haber tenido nada, que te aferras a lo más asqueroso aunque no te haga falta, como un instinto de supervivencia. Como un bebé a un dedo pulgar.

El nauseabundo gusto de mis pensamientos en contra de todos vosotros caminan conmigo día a día. Y lo intento escupir entre los pocos dientes que me quedan de tantos golpes recibidos por vuestra despreciable estupidez. Y solo logro expulsar sangre, y a veces trozos de corazón.

Lo que veo, es lo que no sois. Eso es la hipocresía de mi camino. Mis ojos se niegan a seguir abiertos hartos de la decepción de cada ser que le rodea. De las formas esperpénticas, y de los decrépitos cadáveres que asolan mi ciudad. Quieren que me vuelva ciega, antes que ver millones de muertos respirando el mismo aire que yo.

Mi piel ya no siente nada, pues es una manta de magulladuras mal cuidadas. Por caídas y por resignación ahora soy tan solo un monstruo que sonríe, por costumbre. Que yace tirado en el suelo de su habitación, regocijándose en nada. Intentaría levantarme, pero mis piernas están cansadas de andar caminos que no llegan a ninguna parte.

Si oigo algo, son los pocos días que me quedan. Hace tiempo ya que sustituí vuestras mentiras y vuestras falsas promesas por los latidos de mi corazón podrido. Lento. Marcando el tiempo, marcando los pasos, marcando cada día como un infierno. Perdido y a destiempo. Suplica unos minutos libres para dejar de latir.

Y aquí yazgo yo sola. En la penumbra de mi ser inmóvil. Hibernando despierta. Intentando a cada minuto morir del todo. Porque no me gusta sobremorir. Solo me queda llorar a la vez todas esas lágrimas que he guardado día a día, lastimando mi garganta de tanto aguantar. Abrir las compuertas, dejar que absolutamente todo se inunde, con la esperanza de ahogarme en ellas.


Ya que por desgracia, yo también soy como vosotros.